PIMEROS TRABAJOS, 2003
A la
par que crecía el poeta, lo hacía el artista plástico. No podemos
decir
en cual de estas disciplinas descuella más. Nuestro inolvidable amigo
Manuel
Mora Vázquez, consideraba superior al Níger poeta, que al
Níger
pintor. No dudamos de que haya por allí, quien piense lo contrario. Por
nuestra
parte, admiramos la obra del pintor y del poeta, porque en toda ella
hay
entrega, amor, ansias de superación. Si en su pintura hay grandes dosis de
poesía,
en sus poemas hay colorido y profundidad, lo que demuestra la
completa
compenetración que de las artes plásticas y de la poética, ha logrado
el
joven artista cardenense.
“Sí yo
fuera pintor/ me salvaría…” confiesa el maestro Carlos Pellicer
en uno
de sus poemas, tal vez por su escondido anhelo de lograr mejores
descripciones
del paisaje, no obstante ser un estupendo creador de imágenes
tan
claras, tan precisas, que ni el más depurado pincel podría superarlas; pero
él
quizá deseaba más luz, más colorido en su espléndida paleta poética, y de
ahí su
sincera exclamación. En su caso, Níger Madrigal tiene la facultad
envidiable
de plasmar sus vivencias, lo mismo en sus poemas que en sus
cuadros
y una y otra obra, resultan siempre impregnadas de la más pura y
admirable
poesía.
Jorge
Priego Martínez
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