Cinco poemas de El
cuerpo sitiado (2010)
Níger madrigal
…su cuerpo ofrecido seguido como un sendero músculos mucosas nervios con hierbas bajo la piel ora quemadas en el candente verano ora diferentemente suave según el aguacero o el rocío su cuerpo que se estremece el redondo el plegado que responde secretamente con un pellizco de raíces en la dura rocalla de los huesos…
Werner Lambersy
Estado de coma
(geografía
del tiempo en la sangre)
I
La llaga comienza en una comisura inadvertida,
después lo invade todo. Sangre y tiempo
transitan el mismo cuerpo aquietado, envuelto en una lentitud de árbol que todo
lo registra en su corteza. El tiempo está en la sangre y la sangre en el
tiempo, tienen el mismo ímpetu y se volverán lentos de igual modo. La desnudez;
un traje de agua confeccionado para la tierra. El tiempo está listo, la sangre
dispuesta, pero la desnudez se halla inconclusa cuando la tierra ha iniciado la
llaga en una corriente que busca el hacia dónde. El cuerpo aún no se despoja de
sí mismo, queda la memoria, lo va reconstruyendo involuntariamente, le devuelve
el instinto, la lujuria y crece la llaga que lo viste de nuevo. La tierra lo
recuerda de un sueño: está inerte, bajo un sometimiento brutal.
II
Las venas son invadidas por un tiempo frío que apenas
avanza con la sangre; ambos buscan el calor de la piel, de los huesos, de las
vísceras, en un cuerpo abastecido por el delirio que va cayendo de la oscurana
como un largo baño de rocío. Porque el tiempo da sazón a las cosas amadas donde
los sueños tienen su medida exacta y son perfectamente navegables. El delirio
llega en el tiempo justo, en el invierno de la ciruela pasa del cuerpo, cuando los mínimos recuerdos le son un
festín recuperado y la grata compañía que lo mantiene ansioso.
III
Pero esta complicidad entre sangre y tiempo –a la hora de
escoger la ruta del amor– traspasa con una dulce embriaguez la poderosa
presencia de otros cuerpos intactos que ignoran lo incorruptible de la palabra
en los labios que nadie besó, entonces un signo los vuelve absurdos y no hay
más remedio que postrarse ante el imperio de la llaga; la hermosísima herencia
de la luz.
IV
La sangre fluye detrás de los sueños y a pesar de la
sombra; el tiempo es vértigo latente en las arterias. Hay tiempo acompasado en
la palpitación de un cuerpo amoroso convertido en llaga. La costra no se ignora
ni se olvida, porque es un dibujo indeleble que un día aparece ante los ojos y
ya no dejamos de mirar el crecimiento de sus ramificaciones como las de un
árbol sin fruto en el edén.
V
Se abre la pronunciación del último beso. Besar lo eterno
no es concebido en el cimiento del instante donde inician los verdaderos días
finales. Besar ahora es un símbolo inconcluso en el grabado abstracto de la
piel, en el desierto de una lengua amorosa que abarca el desierto de todos los
silencios. Los objetos silenciosos por herencia inorgánica, habitan la llanura
de una lengua no tocada por las sílabas paradisíacas del beso; sin embargo, los
nombres memorables, tocan la lengua como a una embarcación que es guiada hacia
un beso recién resucitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario