El hombre, como señala Heidegger, es continuo estar siendo, pero así mismo un continuo morir, un dejar de ser; esa es su condición trágica. En Criatura de isla el tiempo es irreversible y confirma la cualidad contingente de la carne, lo que ya había sido explorado prolijamente por Níger Madrigal en un volumen de título sugerente y exacto, Artificios de la memoria (1994). Casi todos los poemas de Criatura de isla, entonces, a la condición terrestre de la materia y a su carácter perentorio e intrascendente, de tal forma que hasta en los momentos de mayor plenitud se avisora el deastre amoroso.
Ignacio Ruiz-Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario