domingo, 8 de julio de 2012

POEMAS de Amontonamientos


Amontonamientos

 Ayer gemías y tus márgenes de prisma

eran una lágrima temblorosa a punto de romperse

al borde de violar su encanto

su pronunciamiento virgen

viniendo desde el arraigo de la sal

hasta la pupila de albatros fosilizados

en la piedra áspera del cielo

 Ayer ibas cayendo de repente en tu cólera brillantísima

y perseguías todas las playas del mundo

y asediabas cada puerto para ocultarlo

para apretar con el salitre acumulado

la herrumbre de los barcos en su residencia inamovible y subterránea

 Ayer acarreabas tu fiereza mordiendo el firmamento

y tu quejido de ballena nos mojaba los ojos

 *

 No hay más camino que el mar

construyendo en tus ojos horizontes de neón

sacude en tu cuerpo su terciopelo de molusco abandonado

 Tu mar abierto nace vientre adentro

 y se amontona en tus manos como un rito

                                               como un asesinato urgente

 Crecen las caracolas más allá de tus ojos

y desde allí vienen las almas de los ahogados

a reclamar sus cuerpos

 *

 Entre la mañana y el crepúsculo

hay un cirio de horas derritiéndose

y un gravitar de rostros inconclusos

 Una pupila sobre otra se restriega

Las voces no son más una estadía

son aceros que arremeten ahuecando el silencio

 Hay encajonamientos de cuerpos ávidos  Escurridizos

Un golpeteo desmesurado de tacones

sobre la vencida espalda de concreto

 Una sombra en esa barda le come las uñas al sol

 Hay prisa   Hay soledad

 *

 Es en el recuerdo donde los días se detienen

semejantes a murciélagos que cuelgan

de esas grutas resbalosamente frías

y el tiempo quejándose en su imposible tránsito nos mira

 Hoy precisamente recuerdo que morí de asfixia

que me atraganté de palabras y ya no pude respirar

que era necesario un alarido  un desgarrador grito

que debí asesinar al silencio en defensa propia

 *

 Decir el tacto

 Gota

           a

                gota

                         cae

                                 la 

                                       noche

                                                   deslavada de sol

 Llueve como para juntar los cuerpos

Todo acontece en torno a este instante

en que nos borramos el rostro

en que la oscuridad se traga las manos

y las miradas mutila

En los ojos resuena el insomnio cual abismo de caracol

Es la hora en que el tacto se pronuncia

se erige luz

se escurre sombra

y los labios mudan de piel

dejando sólo huellas



Monotonía de los actos

 La vida aquí es vertiginosa  volátil

como tu sexo a la hora del orgasmo

 Eso de acarrear tu aroma por los vagones del metro

Eso de la premura de tocarnos acaso

Eso de cincelar a medias la agrietada epidermis de las horas

las paredes del silencio que no rompemos nunca

Esta fatiga de adivinar en qué lúgubre esquina

saldrán tus memorias a embestirme

 ¡Ah! la ciudad

Siempre esta ciudad tan cercana a mi piel

me recuerda el musical ajetreo de tus muslos

 Destierro

 Nos poseímos y al hacerlo nacía un sacramento

Abrimos al unísono el infierno y nuestras bocas

con la misma devoción de los suicidas

de los sentenciados a causa de una herejía

que bien pudo ser el amor

 Mis labios adheridos a tus párpados

y tu voz buscando el Hades para desfigurar su fisonomía hueca

y su plural comunión con los cuerpos

 Lo supimos entonces

Estos versos que engendramos iban a asediarnos

con su procesión infinita de vocablos

con su letanía de símbolos inconclusos

de sentimientos absurdos

Estarían allí encaneciéndonos

estarían allí lo supimos y sin embargo

nos tocamos como dos adolescentes

Nos tomamos y no era sólo el amor

Era la urgencia de sentirnos ciertos

de tantear la vida y su grito moribundo

su inexorable eco deshaciéndose a lo lejos

marchando con un adiós de a pañuelos grises

 Bien supiste del inminente abandono

del destierro que les aguarda a los amantes

de la vividísima soledad en que terminan

Bien sabías que este poema

 iba a contemplar tu desnudez tras el espejo

tus ojos buscando el indicio de mis dedos

y las arrugas de tu rostro extrañando la frecuente aparición

de mis demonios   de mis arcángeles

 Yo también supe de estas misteriosas oquedades

que dejarían tus muslos en mis palmas

y del tenue sonido de tus huellas en un pasillo sin retorno


Nos amamos    eso es todo

y al hacerlo nacía un sacramento


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