No espero a
nadie,
pero insisto
en que alguien tiene que llegar.
José Lezama Lima
EN DOMINGO
achicamos el
pozo abandonado
porque el
domingo es el quicio de las puertas
donde aletea
mariposa huérfana la luz
el diminuto
ojo de agua que nos miraba oscuramente
desde nuestra
sed
botellas palos
una llanta de
bicicleta
escombros un zapato
y cuando al
fin llegamos al ojo
descubrimos el
mayor brillo
jubiloso del
domingo
y estoy seguro
de que allá abajo
en el ojo de
agua sonámbula
rumorea nuestra
infancia
desde un
escondite en la memoria
y se tiende la mar como una luz
irreverente
llegan también los ritos
el ejercicio del agua
en su terquedad de alisar los
arrecifes
de lograr la tersura
que invoque la caricia
hay briznas en la murmuración del
aire
y un mar extraviado errante
es la criatura del asombro
que busca nuestro amparo
y el vértigo del agua
es el grito más libre de una casa
con sus vanidosos juegos
irrepetibles
por eso se levanta el agua
para buscar los techos
canta como un perdido
llama como un desesperado
que desea la garganta de su
origen
la soledad llueve a torrentes
el hombre busca una casa
Alguien vendrá hoy a visitarnos
bordeado de flamboyanes
hay entre ellos un árbol de nance
esparciendo aromas
que enternecen la mirada vacía
y hacen desplegar los párpados del
visitante
es un apunte preciso de Chagall
de un viejo que aguarda
Y alguien vendrá desde la
incertidumbre
desde la vitrina de espejismos
desterrados
saldrá en su caparazón desde el
limo y la bruma corroído
Alguien como el espantapájaros
meneado por el aire
y en la suma del aire cercenando
la angustia
Alguien tal vez que en este
instante
besa con el amor más antiguo
los labios de alguien que duerme
o que llora
o que ríe
o que reza
o que vela
o que agoniza en una cama
pestilente
desvestido al fin de todo
en un canasto que no llenaré
nunca
y también pienso que alguien
vendrá sereno y terso
como la hoja desprendida de un
árbol
tocado por el rayo
Alguien niño
recogiendo el aroma del nance
en la blancura imantada de su
encanto
con brincos y gritos sobre el
puente de la tarde
o alguien que llegará con alguien
que se oculta entre la noche
la noche que es alguien
que mató al día
en que tuvimos que ir a dormirnos
a soñar con la visitación
EL CORAZÓN ESTÁ ENCOGIDO Y A
OSCURAS
inmóvil en el escombro como una
rata disecada
no avanza no hay temblor alguno
y el ojo tiende una fina hilera
de transeúntes memoriosos
El corazón no se mueve en la
penumbra
El ojo es ventana espléndida
mar hallado por una mano terrena
entre la lluvia
lo despierta y le convida una
amante
que ahora encuentra en un montón
de piedras
como palabra desarmada
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